Pienso en el antes, en el hoy y en el después, como lamento de media noche para recordar que el acto de vivir nunca será cosa fácil.
Pienso en qué será de mi mañana usando la lógica del ayer, sin tomar en cuenta a las mutables condiciones del tiempo.
Me imagino un mundo de rosa mas mi mente fatalista se rehúsa y me exige que no deje de contemplar al caos, para que me frene, me llene de miedo, y deje de moverme.
-¡Quiero ser libre!- Grito para mis adentros esperando que resuene hasta en lo más profundo de la médula y se rompan las cadenas. Mi mente fatalista se rehúsa una vez más.
Noches de insomnio para contemplar la mezcolanza de mi interior, para juzgarme nuevamente y acabar con mi fé; noches de silencio encerrada en cuatro paredes, porque los temores del confinamiento empiezan a ser latentes.
Gira y gira como una noria cada vez con más rapidez, sin poder detenerla porque la velocidad que ha tomado vuelve imposible creer en la paz otra vez.
Una noche más de insomnio creyéndome la nada deseando ser el todo; una noche más de insomnio buscando el silencio que me da la libertad.
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